Dia 2 Proverbios 2

Si clamares á la inteligencia, Y á la prudencia dieres tu voz; Entonces entenderás el temor de Jehová, Y hallarás el conocimiento de Dios.Porque Jehová da la sabiduría, Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia.El provee de sólida sabiduría á los rectos: Es escudo á los que caminan rectamente. - Proverbios 2: 3, 5-7

En este pasaje hay algo valioso: la sabiduría.

Hay quien debe valorar esta sabiduría: el lector (tú y yo).

Y está quien tiene el poder de dar esa sabiduría al lector: Dios.

¿Cómo se obtiene esta sabiduría del Señor? ¿Hay alguna condición?

Sí.

Este pasaje dice, muy explícitamente, que hay dos condiciones para obtener sabiduría de Dios:

1) Tienes que quererlo.

2) Y hay que creer que viene de Dios.

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Existen algunas razones por las que es posible que no cumplamos con estas condiciones. Algunos de nosotros podemos pensar que ya tenemos sabiduría y, por lo tanto, no necesitamos más. Tenemos títulos, o leemos los libros, o tenemos la experiencia. Esto es orgullo. Y todos somos susceptibles a ella. Algunos pueden jactarse de su educación formal y otros pueden jactarse de cuánto han logrado sin educación formal.

Otros pueden cumplir con la primera condición (quieren sabiduría), pero no con la segunda condición (no pueden creer que venga de Dios). Por lo tanto, buscan gurús de autoayuda, expertos en política o cualquier otra persona que les dé una sensación de seguridad y validación en el camino que toman. Y seamos honestos, siempre podemos encontrar validación en cualquier camino que estemos trazando.

Finalmente, algunos lo quieren, creen que viene de Dios, pero están demasiado ocupados o demasiado distraídos para clamar por ello. Veo a mis hijos en esta categoría. No pretenden saberlo todo. Toman la crítica y son enseñables. Y dirían que la sabiduría viene de Dios. Pero falta el fuego y la pasión para buscar a Dios. No sienten lo suficiente sobre sus cabezas como para ponerlos de rodillas. Este puede ser el caso de cualquiera de nosotros que se ha vuelto insensible a todo el ajetreo y la estimulación que lo rodea.

¿Cuál te tienta más? ¿Luchas contra el orgullo de pensar que sabes más? ¿Dudas de la capacidad de Dios para darte sabiduría y, en cambio, pasas mucho tiempo persiguiendo a otros "expertos"? ¿O simplemente estás demasiado distraído por la vida como para detenerte y hacer una pausa y orar?

¿Qué te impide clamar por sabiduría al Dios que ama concederla?